Luces y sombras al final de la Residencia: experiencia de un recién formado especialista en Oncología Radioterápica

Autor:

Dr. Javier Peinado

Contrato Río Hortega

Hospital Universitario Virgen del Rocío

Sevilla

 

Son las 6:30 de la mañana de un día cualquiera del pasado mes de Junio; suena el maldito despertador biológico, ese que se encuentra en alguna parte del hipotálamo, y que traduce simple y llanamente la habituación del ritmo circadiano a tu qué hacer diario…Durante 4 años siempre ha sonado una media hora antes de ese otro despertador de plástico…sería el estrés o la sensación adquirida en la residencia de que el tiempo vuela y yo prefiero vivirlo con los ojos abiertos. Sea como sea, hoy no hay motivo para que mis alarmas suenen tan temprano…estoy en PARO. Finalicé mi periodo de residencia en Oncología radioterápica el día 20 de Mayo, y hoy, tras un mes del cese de mi actividad laboral normal, me encuentro con sensaciones encontradas entre mis ideas preconcebidas de este periodo y la realidad que me toca vivir.

En mi caso, hacia el mes de Febrero de 2014, unos 3 meses antes de finalizar la residencia, transmití a mi servicio y su responsable mi especial interés en seguir formando parte del equipo profesional con el que me había formado. Me encontré con una realidad muy diferente a esa con la que comencé a formarme como especialista en 2010…la crisis azota y existen no pocos impedimentos para la contratación de los más jóvenes e inexpertos. Además, el sistema se ha convertido en más exigente, llevando a una competencia feroz y a la necesidad, en muchas ocasiones, de tener que hacer estancias prolongadas en centros extranjeros de prestigio para poder cumplir con las necesidades actuales de investigación y publicación que el propio sistema demanda (al menos en especialidades como las relacionadas con la oncología).  He de reconocer que recibir esa información se hizo difícil de digerir, pero no todo fue negativo…se me ofreció la oportunidad de abrirme un campo profesional que me permitiría formarme en biología molecular del cáncer y aprender sobre investigación básica, traslacional y clínica, y todo ello cumpliendo con una de mis preferencias: quedarme en mi ciudad natal. Esa oferta llevaba el nombre de contrato de formación en investigación Rio Hortega, del Instituto de Salud Carlos III y mi tutor directo sería una persona a la que hasta entonces tan solo conocía por su buen hacer en el campo comentado. No era médico sino Biólogo y eso suponía, a priori, un reto aún mayor, pues era un ambiente laboral e intelectual completamente distinto a lo conocido hasta la fecha.

Viví 1 mes en Seattle (USA) con 15 años y en Octubre de 2013 realicé una estancia formativa en Toronto (Canadá) por otro mes. Mi problema nunca fue el miedo a un idioma o cultura foránea. Mi problema era que el grado de felicidad que me aportaban esas estancias, sobre todo la última, solo se limitaba al plano profesional. Era una ventana a un mundo desconocido. Una manera de trabajar diferente y una realidad difícil de alcanzar con los medios de que se disponen en nuestra tierra. Pero aún así, como digo, el plano personal quedaba completamente vacío y, en mi opinión, cada uno debe hacerse un esquema mental antes de salir de la residencia y asignar porcentajes con los que designar los distintos cajones que forman una vida y con eso, el cajón de lo profesional, en mi caso, no llevaba asignado más del 60%. Por lo tanto, tenía claro que quería permanecer cerca de los míos, con mi cultura. Ayudar a la gente de mi tierra. Eso, y ofrecer mi absoluta disponibilidad y capacidad para formarme fuera en lo que se hiciese necesario, pero siempre con billete de vuelta a casa. Esas eran mis preferencias al salir de la residencia y así lo transmití. Como he dicho más arriba, de las preferencias a la realidad, en el mundo actual y en determinadas especialidades, distan más que un Océano.

Pues bien, como iba diciendo, tras la oferta comentada, no dudé ni un segundo en aceptarla como mi mejor baza. Tendría que redactar un proyecto y hacer bastantes trámites, pero definitivamente valía la pena. La resolución de esta beca no salía hasta Diciembre de 2014…¡me enfrentaba a 7 meses de espera!! ¿qué hacer?… La posibilidad de quedarme contratado en mi servicio durante estos meses parecía no llegar nunca y el paso del tiempo hacía que ese Javi con ganas de comerse el mundo al finalizar la residencia, se fuera acostumbrando a una realidad que afloraba en cada esquina de nuestro entorno, sin respetar profesión; – El paro está ahí y tu formas parte de esa amplia lista”- me repetía varias veces al día. Ante la incertidumbre, decidí empezar a lo que conocemos popularmente como “cubrirme las espaldas”, para poder tener otras opciones en el caso de que finalmente no se me concediera la Rio Hortega. Apliqué para las pocas ofertas públicas que salían para Oncólogos Radioterápicos, y envié curriculums a muchas clínicas privadas. Incluso me planteé trabajar como médico general haciendo avisos a domicilio…pero después de ver las condiciones laborales que ofertaban, decliné esa opción. En fin, tan solo me quedaba seguir esperando y entre tanto, a finales de Junio defendí mi proyecto final de máster, que me daría más opciones curriculares.

Tras el verano llegó el momento que jamás pensé que llegaría en los 4 años previos; me tenía que plantear hacer otra especialidad, tal y como harían previamente tantos y tantos médicos en nuestro país (cardiólogos, neumólogos, rehabilitadores, oncólogos, médicos de familia…) y en mi entorno inmediato. Así que sin dudarlo, a la vez que me preparaba para una convocatoria pública de mi especialidad en otra provincia, me matriculé en un curso de preparación intensiva del MIR, y comencé con la tarea. Con respecto a todo esto, al principio podría interpretarse como desinterés o comodidad, y la opinión de los iguales me podría generar mal estar, pero pronto me mentalicé que una vez finalizas tu periodo de formación, eres tú y solo tú el responsable de tus decisiones y del camino por el que decides andar y eso me ayudó a afrontar esa decisión con más recursos.

De manera sorpresiva (ya he comentado que no esperaba lista de adjudicación hasta Diciembre), el día 9 de Octubre fue publicada la lista provisional de adjudicación de los contratos y yo estaba incluido entre esos 35 nombres…Haciendo referencia a esa gran película “ En busca de la felicidad”, puedo deciros que tras leer esa lista, mi mente borró, como por arte de magia o simple mecanismo defensivo, todas las ideas e inseguridades previas y automáticamente me inundó la sensación del trabajo bien hecho y de que todo el esfuerzo realizado a lo largo de estos años al final veía su recompensa.

Como última reflexión decir que quizás lo más difícil de esta época vivida es mantener la ILUSIÓN Y EL ENTUSIASMO cuando la coyuntura económica no da para mucho más. Aún así, casi siempre se cumple aquello de que todo esfuerzo trae, tarde o temprano, y cuando menos lo esperas, su reconfortante premio.

Espero que ningún residente de nuestra especialidad tenga que perder la ilusión y las ganas de desempeñar su qué hacer diario en un campo tan interesante y reconfortante como el nuestro y confío en el que Sistema ayude en ello.